domingo, 29 de junio de 2008

Cromagnon-16 Nov 2005

Hace unos años hubo una explosión en una fabrica clandestina de pirotecnia en Chile donde murieron diez personas. Poco después se legislaó la prohibición de la venta, uso y/o tenencia de fuegos artificiales en todo el territorio chileno.
Pasé el año nuevo de 2001 en la costa chilena con mi hijo y la única pirotecnia que vimos fue la que cada municipalidad organizó con gente experta, o sea gente con autorización del estado.
Argentina es un país en que hay falta de capacidad para aprender de los errores, aunque los sean desastres en gran escala como Cromañon. Por lo tanto los argentinos prefieren apuntar los dedos acusatorios a los políticos, al dueño del boliche Omar Chaban, y al grupo musical que estaba tocando en el momento del siniestro, Callejeros, cuando también hay responsabilidad compartida entre toda la sociedad, aunque nadie se quiera mirar al espejo. Con Cromañon hemos perdidos muchas oportunidades de enseñar, mejorar leyes, reevaluar los espacios públicos, definir o redefinir los roles de la policía y los bomberos, crear responsabilidad en nuestra juventud y armar un plan para mejorar los servicios de emergencia.
En lugar de eso tenemos un grupo (pequeño pero no tanto) de familiares de victimas dominando la escena política y social de Argentina, a veces usando su dolor – real y terrible como es – como excusa para cualquier acto publico. Desde algunos que intentaron incendiar tribunales con nafta como protesta contra el juzgado que dejó libre a Chaban (sí, trataron de quemar un edificio publico con gente adentro para protestar los muertos de sus familiares en un incendio!?!), hasta sitiar el barrio donde Chaban fue a parar en su libertad condicional. Desde atacar a Estela Carlotto con huevazos y gritos de “Asesina”, hasta forzar la censura de León Gieco. Y muchas otras cosas.
La noche del 30 de diciembre llegue al sitio del desastre mientras la policía estaba sacando los últimos cuerpos de Cromañon. Y allí empecé una cobertura de una semana para ABC nacional y regional con el afiliado en Rhode Island. También trabajé para el diario mas importante de este estado, el Providence Journal. Hubo mucho interés en EEUU, pero especialmente en Rhode Island donde ellos habían sufrido su propio incendio en un boliche con características extrañamente parecidas. En las afueras de Providence, capital de Rhode Island, murieron 99 personas dos años antes en un club que se llamaba The Station donde había mas o menos 600 personas en un lugar con capacidad de 460 (comparado con Cromañon, nada, aunque los investigadores en Rhode Island consideraban un factor importante en el número de muertos el hecho de que el hall estuviera tan lleno). El incendio de The Station occurió cuando el manager del grupo de rock Great White (una banda famosa durante los 80’s y que estaba en el medio de un tour nostálgico) empezó a lanzar unos fuegos artificiales. Una de las bengalas llegó al techo donde había un material parecido a una media sombra con paneles acústicos atrás. La salida de emergencia no fue bien señalada y uno tenía que atravesar la cocina para alcanzarla. Frente a la puerta de entrada (o salida) central los dueños del boliche se habían construido una columna que uno tenía que rodear para poder salir. Esta columna se construyó sin el permiso de los inspectores de edificios o de los bomberos de la ciudad.
Dado las trágicas coincidencias, cuando los argentinos dicen que desastres así solo se puede pasar en Argentina, eso simplemente no es verdad. Aparte de Rhode Island hubo dos incendios de boliches en China, uno en Corea del Sur, otro en Chicago, otro en el Bronx y muchos más solo en los últimos años. Lo que sí se puede decir es que en ningún otro país reaccionaron como Argentina.
La primera cosa importantísima y que casi todos los argentinos parecen haber olvidado en el pos-Cromañon es la causa primaria del incendio: los fuegos artificiales. Todas las causas que viene después – la puerta de emergencia cerrada con un candado; las 4000 personas en un lugar apto para 1000; la falta de inspección de la ciudad, de la policía y de bomberos; la altamente inflamable media sombra y el material acústico tóxico; la habilitación del lugar mismo, etc. – son todas causas secundarias. Lo que nadie quiere admitir es la máxima responsabilidad, la locura de fuegos artificiales y su uso general en Argentina y especialmente en un ambiente cerrado.
Algunos ejemplos de cómo nadie enfrenta la causa numero uno del desastre de Cromañon:

1) La noche del 30 de diciembre la policía me dejó entrar a mí junto con un productor de Chiche Gelblung. Tuvimos acceso al lugar justo después que removieron el último cuerpo. No sé porque nos dieron permiso para recorrer la escena, pero un comisario nos dijo que si nosotros firmabamos como testigos de objetos de prueba podíamos entrar y ver el lugar del crimen aunque, gracias a Dios, sin nuestras cámaras. La escena fue surreal, con cuerpos afuera en un parking al aire libre, cuerpos sin quemaduras, sin señales de muerte, casí lucieron angelicales. Adentro del hall parecía como nada hubiera pasado, había banderas colgadas sin señal del incendio, realmente lo único que llamó la atención fueron el agua y muchas zapatillas en el piso. Hablé con el comisario encargado de la investigación y le pregunté si habían buscado y sacado la bengala que causó el incendio del techo. Me miró unos segundos con un look entre maravillado y superado. Después se dio vuelta, llamó a un cabo y le ordenó (mientras el productor de Chiche y yo nos miramos incrédulos) buscar una bengala incrustada en el techo. Otra vez, pensaba, la policía argentina con su afán de perder, manchar, aplastar, cubrir o mirar a otro lado cuando la evidencia está a la vista. Es como si desde el primer momento del hecho, de la investigación, la bengala – la causa primaria – no hubiera nunca existido.
2) En los días siguientes hice muchos reportajes para la televisión norteamericana. En un momento, unos días después de la tragedia, fuimos a hablar con los chicos que sobrevivieron y habían hecho un campamento con carpas en la esquina de lo que fue Cromañon. Los chicos, quizas treinta de entre 15 y 25 años, estaban hablando con la prensa y eligimos algunos para entrevistar. En un momento un chico flaco, pelirrojo, nos comentó como había hecho salvarse en el medio del caos. Preguntamos por los fuegos artificiales y el nos respondió que eso fue un parte importante de los shows de Callejeros. Entonces dijo algo increíble. “Y si hay un concierto de ellos (Callejeros) el día de mañana iría con algunas bengalas.” ¡Me sacó de juicio! ¡No podía creer lo que me dijo! ¿Haría lo mismo? Aparte, en su discurso el ya estaba culpando a Ibarra y Chaban. ¿Y los fuegos artificiales? Nada que ver, dijo. Me di cuenta que eso fue el rap de casi todos los pobres chicos viviendo en esa Villa Carpa frente a la deteriorada Plaza Miserere y al lado de la aún mas caída estación central de trenes de Once. Lo único que podía pensar – para mí mismo, por supuesto – era que entre estos chicos, en esa hinchada de Callejeros, estaba, tal vez, el culpable de haber tirado una de las bengalas (hubo en realidad muchas, que capturó bien un video, ver abajo) que causó la tragedia. Y que mejor manera de sacarse de encima la culpa que apuntar a otros y desviar las miradas. No sé si fue así. No tengo ninguna prueba. Pero que triste si así fuera y que triste si no.
3) En el canal de cable TN unos días después difundieron un video casero del trágico concierto. Se ve claramente que no hubo UNA bengala, si no una catarata de fuegos artificiales lloviendo por todos lados. Entonces la pregunta, ¿el juzgado ha hecho un estudio de ese video para buscar el culpable? De todos los indicios, la repuesta es no.

Por la forma inepta en que todos filosofaron, pensaron y opinaron después del desastre tenemos otro juego de reglas, otro punto de inicio de la discusión. Siempre la culpa es mas fácil que la reflexión.
Nada de esto es para quitar la culpa de Aníbal Ibarra. Su falta de reflejos en los primeros momentos del desastre no solo le dejaron al descubierto para la tormenta de acusaciones de los familiares (muchas veces infundadas) pero también le dieron un blanco fácil para los más radicalizados de esta historia tan triste. Una actuación distinta - por ejemplo, estando Ibarra en el lugar de la tragedia aquella noche, aun si le hubiera insultado o abucheado – podría haber cambiado mucho. Esa falta de liderazgo, especialmente en una sociedad tan verticalista como Argentina, podría haber alterado el aftermath. Pero tampoco quiero decir, ni loco, que Ibarra mereció el trato de algunos familiares como las amenazas de muerte a sus hijos. Los mismos políticos de la municipalidad que armaron el proyecto de impeachment contra Ibarra han pasado los últimos diez meses haciendo politiquería pero sin investigar los hechos. Quizas porque ellos tampoco habían hecho nada para protegernos.
Y si hay culpa de Ibarra, qué de las responsabilidades del gobierno nacional, por ejemplo Ministro del Interior Fernández que era el máximo responsable de la Policía Federal o el presidente mismo que hizo aún menos que Ibarra en las primeros 48 horas, y se quedó mudo en los tranquilos bosques de Calafate.
Chaban sirvió como un ogro fácil para todo el mundo. Tengo que admitir que cuando vi la barra que trababa crudamente la gran puerta desde afuera de Cromañon, con el único propósito de atrapar gente adentro me dio bronca. Al ver las marcas en la barra causado por presión de la multitud tratando de abrir senda, me dio bronca. Cuando vi el espacio tan chiquito del hall y me imaginaba como 4000 personas podían entrar allí, me dio bronca. Es cierto que Chaban tuvo mucha responsabilidad. Pero no toda. Es mas, Chaban fue el único que avisó a la gente esa noche fatídica que no usaran fuegos artificiales “o todos vamos a morir”. Tiene su culpa, seguro, pero si los chicos hubieran escuchado...???
Trabajé con un periodista, Mark Arsenault del Providence Journal, durante los primeros dias de enero. Hace dos años Mark estaba cubriendo el incendio de La Station en Rhode Island y queria cubrir un hecho tan parecido en Argentina. Le sorprendió la falta de dolor y las muestras de bronca de los familiares. “Es como aquí no hay tiempo para el duelo”, dijo.
Y también le sorprendió que los familiares pasaron el tiempo culpando al intendente.
“Nadie habla aquí de la responsabilidad personal de los asistentes. Si 4000 de ellos entraron al lugar capacitado para 1000, debe tener algo de sentido común para darse cuenta que hubo un peligro iminente. Olvidamos de los inspectores y los oficiales de la ciudad”.
Tambien Mark habló de su sorpresa con la politización de la causa Cromañon.
“En Rhode Island se cuidaron los familiares de las victimas de no politizar sus reclamos. A tal punto que en la campaña para intendente unos meses después hubo un candidato opositor que intentó utilizar el incendio de The Station en contra de su oponente, el entonces intendente. La reacción en su contra fue tanta que perdió la elección por nocaut, debido en gran parte al uso del incendio para fines políticos. Hubo bronca contra políticos y oficiales del gobierno por no actuar antes en algunos aspectos, pero hubo también el sentimiento de que cada persona adentro del hall tuvo su propia cuota de responsibilidad por ponerse en una situación tan obviamente peligroso”.
No soy una persona que dice que la sociedad argentina tiene que usar como modelo a la de EEUU. Ni pienso que debe mirarse al viejo continente como regla. En muchos aspectos creo al revés: que los norteamericanos y europeos tienen mucho que aprender de las experiencias de sociedades jóvenes como las de América Latina. Basta con ver el desastre y la repuesta al huracán Katrina, o la situación de los disturbios en Francia o en Melilla, o el proceso electoral tan no transparente en Estados Unidos o como la tortura que ha llegado a ser parte aceptada de la lucha antiterrorista en casi todo el mundo.
Pero es también verdad que hay mucho para aprender de los países de Norteamérica y Europa. Uno es el sentido que el Estado no es el monolito en la vida de la gente, que el individuo tiene responsabilidades y poder de decisión y a veces elige mal, y lo paga. Es un equilibrio entre poderes del Estado y responsabilidades individuales que define un pueblo.
En Argentina hoy cada persona tiene mas poder que nunca antes, tiene las posibilidades abiertas como nunca. Lastima que prefieren que los poderes monoliticos los cuiden, todavía en todo aspecto de la vida.
Se nota que lentamente los fuegos artificiales están volviendo en escena en los shows de rock. En los partidos de futbol tiran bengalas como si fuera nada, como siempre. Una escuela del Capital fue cerrado la semana pasada cuando algunos chicos estallaron pirotecnia en el medio de clases.Y acercamos a las fiestas donde las empresas de pirotecnia, como siempre, van a armar su stands de venta en los halls de entrada de shoppings y supers y hipermercados sin que alguien piense en los peligros inherentes en tal venta.
Y aquí estamos todos hablando de cómo va a votar Chango Farias Gomez.


*Traducido de unas notas originalmente para The Providence Journal y ABC News.Com, las dos notas en ingles.

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