martes, 24 de junio de 2008

Paradojas de la Batalla Campal




Hace siete meses escribí una columna en Pagina 12 contando de las entrevistas que hicimos para la televisión de Estados Unidos con gente de Barrio Norte saliendo de las urnas por la tarde el 28 de octubre, y el odio visceral de todos hacia CFK (una vieja gritando – en camera – “que se muera”, otros llamando a CFK puta, conchuda, etc.).
No me parecía extraño en aquel momento que hubiera argentinos en contra de la señora Kirchner – que es entendible, el 54% de los votantes lo hicieron en su contra – pero si me extrañaba la vehemencia del odio hacia ella.

Hoy en día es esa misma gente la que organiza una venenosa cadena de mails, pidiendo a todos a salir a cacerolear para, en términos de uno de los mails, “derribar este gobierno anti-democrático”.
Después apareció otro mail en masa donde se reproduce una escena de la película “La caída”, en la que se ve a Hitler y Eva Braun en el bunker, en este caso cambiaron las voces por malos imitadores de Nestor y Cristina (se puede ver que también a la oposición le falta creatividad y sentido de humor; sin mencionar que la comparación de los K con Hitler y Eva Braun es otro ejemplo del histeriquismo argentino). Noto, ademas, que mucho del odio-mail proviene de mujeres, algo que necesita un estudio sociológico profundo.
También es interesante que muchos periodistas que nunca dijeron nada en contra de Nestor Kirchner hoy están a la cabeza de las críticas contra Cristina. Perdón, pero tengo que pensar que esto es una forma de sexismo, que se ve en los medios claramente.

En los meses que lleva en poder, el gobierno de Cristina no ha hecho nada para convencer a la gente de Barrio Norte, tal vez una tarea imposible. Pero lo más preocupante es cuanta gente que votó a CFK hoy no lo haría.
Todavía pienso que el gobierno de los Kirchner es el mejor que he cubierto en mis 25 años aquí, en términos de organizar y administrar la economía. Pero también pienso que este es el peor gobierno de argentina, y uno de los peores gobiernos latinoamericanos, en términos de comunicación y relaciones públicas que me haya tocado cubrir.
Las retenciones eran medidas necesarias y fundamentadas, hasta casi obvias en la economía argentina, como las han aplicado muchos países del llamado Primer Mundo (quizás usando otros nombres de presentación).
La manera del gobierno de implementarlas y explicarlas al país fue brutal, casi instigando resistencia, casi invitando el sector con lideres más conservadores, más retro, a armar una rebelión. ¡Y que rebelión! Una rebelión que duró mas de cien días y creó una serie de contradicciones que alcanzan el alma herida del país:
* El gobierno grita contra los piqueteros ruralistas cuando no dijeron nada mientras que los accesos a Uruguay fueron bloqueados.
* El Diario “La Nacion” está en su salsa en apoyando los cortes de las rutas, los del campo. Es el mismo diario que gritó a los cuatro vientos contra piqueteros urbanos y brindó por los derechos de los ciudadanos al libre transito.
* Uno de los líderes del campo (Biolcatti) hizo distinción entre sus piquetes “blancos” y los piquetes “negros”.
* Luis D’Elia.
* Los cacerolaceros porteños cuestionan una política de retenciones que ayuda a que ellos no paguen precios internacionales y apoyan un paro que crea desabastecimiento. ¿Cómo se explica?
* ¿Los cacerolaceros de hoy son los mismos que caceroleaban en el 2001-2002? Si no están de acuerdo con De La Rúa y no están de acuerdo con los Kirchner, ¿Con quien sentirían cómodos?
* ¿El campo paró así contra Menem? Es verdad no hubo retenciones bajo Menem – ¡NO HABIA NADA PARA RETENER!
* Lilita Carrio se parece cada vez más en su discurso a uno de esos panfletos de los Testigos de Jehová que te den en la puerta de tu casa a las siete de la mañana de un sábado. Sí, estos que predicen el fin del mundo en poco tiempo.
* Igual, los que siempre se quejaron de los piqueteros de antes por el “que van a pensar los turistas”, “que va a pasar con la imagen de Argentina en el exterior”, hoy ni les importa que el hecho de tener un país rehén por cien días es una mancha para Argentina en el mundo.

Esta semana parece que el foco del conflicto cambia al ámbito del Congreso. Pero el odio y resentimiento, muchas veces exageradas, contra el gobierno persiste. Y siempre, en esta tierra de tangueros, es difícil imaginar un final feliz.

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